Es comprensible que las autoridades se centren en las respuestas médicas y humanitarias. Sin embargo, los que trabajamos en la protección de los animales continuamos vigilando el cuidado y la gestión de la vida silvestre en cautividad. La DFE publica esta declaración para abordar las formas en que la pandemia ha afectado, y puede seguir afectando, al cautiverio de orcas, delfines y marsopas (cetáceos), el foco de nuestra actividad profesional. Se ha sumado la urgencia a nuestras preocupaciones, puesto que ha trascendido que el SARS CoV-2 (el virus que causa el COVID-19) tiene la capacidad de infectar a los animales de compañía y a los animales salvajes en cautividad, tal como se ha podido apreciar en varios informes sobre un caso positivo de coronavirus en un tigre cautivo.
En respuesta a las directivas de distanciamiento social, todos los delfinarios en Europa están cerrados al público y algunos han comenzado a despedir a los empleados. Hasta la fecha no se han reportado casos de SARS CoV-2 en mamíferos marinos en cautividad; no obstante, estamos en alerta por tales informes. Constatamos que se han documentado casos de coronavirus en beluga y delfines mulares en el pasado, pero estos no son los mismos que el CoV-2 del SARS.
Tenemos serias preocupaciones sobre el impacto de las reducciones de personal temporales en el ya comprometido bienestar de los cetáceos en cautividad. Con mamíferos inteligentes y sociales como los cetáceos, la reducción de la interacción con el personal puede tener un impacto severo en la salud mental de los animales. Los cetáceos cautivos ya se enfrentan a situaciones sociales anómalas, con individuos alojados en el mismo recinto que no son ni los naturales, ni los elegidos o a veces ni tan solo compañeros compatibles; otros se mantienen en completo aislamiento. El estrés causado por grupos sociales artificiales puede ser un grave problema para los cetáceos en cautividad. Las interacciones con los entrenadores son un pobre sustituto de las interacciones sociales, pero un elemento importante de la cría en cautividad; cualquier reducción de la formación positiva de las interacciones reducirán el bienestar. La atención veterinaria, en particular el control rutinario de la salud, también puede sufrir durante la pandemia. Esto se convierte en una preocupación más urgente si el personal contrae realmente el virus, dado el potencial aparente de transmisión a otros mamíferos. Las infecciones de las vías respiratorias superiores son de especial preocupación con los cetáceos; la neumonía es una causa común de muerte tanto en cautiverio como en estado salvaje.
De la misma manera, sin ingresos, los delfinarios pueden verse imposibilitados de alimentar a sus animales, los cuales podrían llegar a la trágica situación de tener que considerar el “culling” de sus animales - un término usado cuando se sacrifican animales sanos deliberadamente. El “culling” de animales salvajes en cautividad pudo verse durante ambas guerras mundiales y se ha utilizado cuando desastres o los disturbios civiles impiden la asistencia a los zoológicos. En Europa, algunos animales de los zoológicos, tales como como las jirafas, ya están ocasionalmente sujetas al sacrificio, como un medio cuestionable de reducir la endogamia o la superpoblación. Sin embargo, las especies con valor económico individual, como los cetáceos, no suelen enfrentarse a esta dura realidad de la gestión de un zoológico. Sin embargo, en las circunstancias actuales, con instalaciones cerradas al público, esto puede cambiar, ya que los cetáceos en particular son caros de mantener. Como los negocios que atraen a grandes reuniones de personas permanecen cerradas, en caso de que un delfinario ya no pueda pagar la comida y/o atención veterinaria, o si las cadenas de suministro comienzan a romperse y los alimentos se vuelven difíciles de conseguir… el sacrificio de cetáceos puede convertirse en una de las pocas opciones que quedan para los delfinarios europeos.
Si el sacrificio comienza en los delfinarios, hecho cada vez más probable si el bloqueo de la economía perdura, esta trágica alternativa puede ser más humana que el inevitable abandono e inanición. El hambre es una forma de sufrimiento agudo que ningún ser sensible debería tener que enfrentar. La DFE sostiene el bienestar de los cetáceos en cautividad està comprometido inherentemente, de manera crónica y siempre puede mejorar si el santuario o la liberación se convierten en opciones. Sin embargo, el horror agudo de la inanición puede hacer que el sacrificio sea la alternativa misericordiosa. Esta trágica verdad subraya la situación sin salida para la vida silvestre en cautividad.
Teniendo en cuenta estos hechos, la DFE sostiene que los impactos de la pandemia en la economía mundial ponen de manifiesto lo equivocado de mantener a los cetáceos en cautividad. Ahora debería ser obvio, si no lo fue antes, cuán frágil es la existencia de los cetáceos cautivos cuando se los hace totalmente dependientes de los peces muertos que les dan sus entrenadores. Los cetáceos en cautividad están ahora bajo la sombra de una posible hambruna si la economía mundial permanece en modo de crisis cuando normalmente debería ser la temporada alta de turismo en Europa. El lado bueno de esta nube oscura: el cierre global de la mayoría de los negocios puede llevar a un cese - aunque temporal - de las capturas en los restantes lugares donde el comercio de cetáceos vivos para los delfinarios continúa amenazando a las poblaciones silvestres. Por ejemplo, es posible que las cacerías que comienzan cada año en septiembre en Taiji, Japón, que actualmente es la mayor fuente de delfines capturados en estado salvaje para su exhibición, se cancelen esta temporada. Además, por muy breve que sea el respiro, es posible que los cetáceos en libertad estén ahora nadando en un océano con menores niveles de ruido y tráfico de buques y con menos redes de pesca activas de las que se han visto en muchos decenios.
De hecho, la pandemia podría y debería servir como una llamada de atención sobre nuestro trato a otros seres vivos de este planeta. Fue el despiadado y cruel comercio de vida silvestre lo que nos ha traído esta pandemia (y otras anteriores a ella). Por lo tanto, debería ser una prioridad para las jurisdicciones de todo el mundo poner fin a todo el comercio de vida silvestre, en particular a los "mercados húmedos" en los que los animales silvestres vivos de muchas especies se mantienen en estrecha proximidad a las personas y entre ellos, antes de ser sacrificados y vendidos como alimento o para medicinas "tradicionales". Independientemente de las normas culturales, este comercio está matando a la gente en todo el mundo, sometiendo a millones de animales individuales a una crueldad inimaginable y amenazando con la extinción a demasiadas especies explotadas; acabar con él es la única opción racional ahora.
Además, la DFE reitera su petición actual a las autoridades europeas de que eliminen gradualmente la exhibición de cetáceos en cautividad. Estas especies con extensas áreas de distribución son funcionales y competentes en sus propios ecosistemas; no necesitan cuidados humanos. Cuando se someten a su cuidado, a través de la captura o de la cría en cautividad, pueden morir en masa simplemente porque nuestras construcciones artificiales, incluyendo nuestra economía y nuestras relaciones diplomáticas internacionales, fallan temporalmente. Si los delfinarios abandonan sus animales como resultado de esta pandemia, o los sacrifican incluso por piedad, entonces no se les debe permitir "reponer" esos animales, ya sea a través de la naturaleza o de la cría en cautividad. Nuestro entretenimiento y recreación -los propósitos primarios de las exhibiciones de cetáceos (la mayoría de los cuales incluyen actuaciones y/o baño con delfines), independientemente de cualquier investigación secundaria o conservación que puedan llevar a cabo- no justifican el sufrimiento agudo o la muerte a la que los cetáceos en cautiverio se exponen cuando el dinero para su cuidado se agota.
Los países ya han comenzado a reconsiderar su relación con los cetáceos en cautiverio, promulgando leyes y cambiando las políticas para limitar o terminar su exhibición. La sociedad en general necesita dejar de pensar que otros seres de este planeta nos necesitan. No sólo no nos necesitan, sino que les va mucho mejor sin nosotros, pues somos testigos de cómo muchas zonas urbanas están siendo revisitadas por la vida silvestre no vista en décadas puesto que las personas y los vehículos están en niveles bajos récord en las calles de las ciudades y pueblos durante el confinamiento. Es probable que ocurra lo mismo con las vías fluviales donde los visitantes de la playa y el tráfico de barcos y botes ha disminuido. Cuando se trata de vida salvaje en cautiverio, incluyendo cetáceos, no debemos volver al "business as usual". Cuando la pandemia termine y la economía reabra, el turismo debe moverse más allá de la mercantilización de la vida silvestre, terminando un ciclo continuo e ineludible en el que los animales son abandonados cuando los tiempos económicos se ponen difíciles, pero explotados de nuevo cuando los buenos tiempos vuelven. Sería otra tragedia si perdemos esta oportunidad, por muy devastador que sea su inicio, para romper el ciclo y cambiar el camino que nos relaciona con la vida silvestre para mejor.
La DFE sigue comprometida con la creación de santuarios en la costa, como parte de nuestra gran campaña para eliminar gradualmente la exhibición de cetáceos en cautiverio y proporcionarles algunos de los elementos naturales que los tanques e instal·lacions marinas de las zonas turísticas les han quitado. Pero hasta que los auténticos santuarios estén operativos, los cetáceos cautivos sólo podrán sobrevivir mientras los delfinarios puedan permitirse su cuidado. Instamos a que cualquier asistencia, sea del gobierno o de otro tipo, ofrecida a los delfinarios durante esta desesperada situación económica se haga bajo las condiciones de que las decisiones de gestión en respuesta a la pandemia, incluso el sacrificio, sean totalmente transparentes y que la cría en cautividad y la captura de animales del medio silvestre terminen de forma permanente. Es evidente que crear más cetáceos en cautiverio cuya supervivencia está a merced de una economía poco fiable no tiene ningún sentido.
La DFE seguirá vigilando el impacto de la pandemia en los delfinarios y la vida silvestre a su cargo y responderá según sea necesario. Una vez más, los pensamientos de nuestros miembros están con aquellos que sufren durante este difícil momento.
Traducida de la fuente original: http://dfe.ngo/dolphinaria-free-europe-statement-on-covid-19-pandemic-and-its-impacts-on-captive-cetaceans/
24 de abril 2020