Nadar o interactuar con delfines es una actividad que se ofrece en muchos packs turísticos y, en concreto, en el Caribe, se ha convertido en una de las más populares en las últimas décadas.
The Dodo ha realizado varias entrevistas a personas relacionadas con la actividad en esa zona.
Un entrenador anónimo confiesa que los recintos donde se tienen a los delfines son demasiado pequeños y poco profundos. Además, añade que en el caso de los recintos abiertos al mar puede haber escombros, como anzuelos, provenientes del mar y los delfines pueden llegar a ingerirlos. Destaca el caso de un delfinario donde se daba tal situación y no se disponía de ningún veterinario para tratar o atender a los animales. También cuenta que en algunos casos se utiliza cloro en cantidades demasiado altas para la limpieza de las aguas y los animales se quedan ciegos.
Por otro lado, los delfines, sometidos a mucha presión y a repetidas actuaciones (hasta 10 interacciones al día, cada día) que implican los mismos movimientos y señales una y otra vez, acaban sufriendo psicosis, frustración y se vuelven agresivos.
El entrenador y sus compañeros afirman haber sido testigos de hembras recién paridas impidiendo a sus crías salir a la superficie para respirar, pues, según su punto de vista, no querían una vida de cautividad para sus crías.
De acuerdo al informe científico “The case against marine mammals in captivity”, de la World Animal Protection y la Humane Society de Estados Unidos; a los cetáceos en cautividad se les administra antibióticos y medicación para las úlceras de forma rutinaria, además de vitaminas para suplir una dieta deficiente a base de pescado congelado. El informe confirma que muchos delfines tienen que vivir en recintos inferiores al 1% del tamaño que usarían en su hábitat natural.
Naomi Rose, del Animal Welfare Institute, afirma que existen 30 delfinarios en los destinos más solicitados del Caribe como Bahamas, Cancún o República Dominicana; y se están construyendo más. Es una tendencia creciente desde el año 2000, especialmente potenciada por los cruceros. En algunos delfinarios no existe ni siquiera aparcamiento pues los turistas llegan y se van directamente desde el barco. Hay que tener en cuenta que el Caribe es el destino favorito para la realización de cruceros (37%), así que, y tal y como opina Diana McCaulay del Jamaica Environment Trust, seguirá habiendo delfinarios a menos que la demanda pare.
Courtney Vail, de Whale and Dolphin Conservation, comenta que a pesar de que existe legislación para los delfinarios, no siempre se aplica y no está bien regulada. Los recintos suelen ser poco profundos y causan quemaduras en la piel (los delfines parecen de color más oscuro), algunos animales permanecen aislados del resto del grupo con fines de entrenamiento y otros viven en aguas contaminadas.
De acuerdo con Ceta-Base, hay 240 delfines mantenidos en cautividad en el Caribe. 40 de ellos se encuentran en Dolphin Cay, en Atlantis, un resort de las Bahamas que abrió en 2007. Greg Charbeneau, vice-presidente, presume de que en Atlantis se prioriza el bienestar de los delfines con 90 especialistas y veterinarios en plantilla y afirma que los programas con delfines ayudan a enseñar a los visitantes cuestiones sobre mamíferos marinos y conservación. Han registrado 16 nacimientos y 1 sola muerte desde su apertura y cree que los 3 metros de profundidad de que gozan los delfines son suficientes.
Sam Duncombe, de reEarth, no está de acuerdo pues dice que las instalaciones son piscinas de hormigón blanco de poca profundidad. Según Naomi Rose, los delfines bucean en la naturaleza a 18 metros bajo la superficie.
A Diana McCauley, del Jamaica Environment Trust, lo que más le preocupa es la captura de los delfines, que es muy traumática. Se realiza persiguiendo a los animales con redes, los rodean y escogen los que más les gustan (las hembras están más cotizadas pues parece que son más fáciles de entrenar) para subirlos al barco y transportarlos. Hay un alto índice de mortalidad durante la captura y el transporte. Los métodos de transporte pueden ser muy inhumanos y, a veces, los delfines han de pasar por ese calvario varias veces a lo largo de su vida. Tamra, uno de los delfines de Atlantis, ha sido trasladada 14 veces.
En la Dolphin Cove, de Jamaica, ganadora de la World Travel Award anualmente desde 2011, existe un programa de reproducción propio desde hace 4 años debido a que las presiones contra la captura de cetáceos les hacen más difícil la compra de delfines salvajes. Sin embargo, Duncombe opina que estos programas crean una subestructura de animales anti-natural y que los delfines pierden sus instintos. Para los turistas que todavía pretenden participar en este tipo de actividades dedica unas palabras “Tu deseo de estar con ellos, les está matando”.
Fuente original y foto: The Dodo
4 de mayo 2015